Poca cobertura y el derecho a equivocarme.

Con la incertidumbre de tener prisa
Y no saber como ir mas rápido  sin deshacerlo todo.

La patética costumbre humana de que,
 cuanta mas prisa tenga tu corazón,
 mas se retrasará en el camino de la autodestrucción.

El subjetivismo del quiero y el no puedo  de tus ojos cuando me esquivan,
 y la forma objetiva del convencimiento de que no existo en tu mirada.
Despacito y con buenos latidos,
 la letra nunca nos ha llevado a ninguna parte que no sea dictaminar sentencias de rupturas antes de tiempo.

El cerebro no sabe actuar en un juicio,
siempre va a perderlo contra el corazón,
que se enfrenta armado a unos ojos que juzgan con ira
por no saber perder  y tampoco ganar.

Pero nadie puede juzgar
que los corazones justifiquen los cerebros,
como diría Maquiavelo en versión ñoña.

Estoy tratando de abrazar la poesía
para defender el derecho a equivocarme,
 (por si no os habíais dado cuenta)

Tu corazón ha venido a verme,
y me ha sonreido,
pero no me ha visto.

 Me ha dicho en forma de martir
 que no vuelva a llamarle.
 Sospecho que mi cerebro ha tenido algo que ver en su poca cobertura.


 

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