Afán de libertad.

Siempre pensé cosas buenas sobre mi, 
me dije día a día que era fuerte, 
que nadie podría con mi rudeza jamás
y que mi libertad iba por encima de cualquier atadura
que existiera en esta vida. 

Hoy me miro y no se quien soy. 
Cuando me miro al espejo siento 
que hay un millón de lágrimas que se esconden de mi. 

Hay un millón de lágrimas que,
como yo,
se encuentran presas. 

Siento un millón de cuchillas en las manos
cada vez que intento huir, 
cada vez que alguien me tiende una sonrisa.

En una jaula de acero, 
ojalá fuera sin ventanas 
y al menos así sería ciega. 

No vería la realidad.
Mi única verdad sería mi cárcel 
y si no conociera la libertad, 
quizá podría ser mi hogar. 

Ojalá fuera capaz de irme, 
ojala no me hubiera cortado las alas
para ser humana, 
cuando la felicidad me timó.

Pero mi afán de aire fresco 
me prohíbe conformarme, 
me exige que huya, 
que luche, que muerda mi sonrisa. 

Pero hace meses que no me veo los dientes. 
Hace meses que no escribo, 
haces meses que me perdí. 

Mi mural de hielo se está derritiendo, 
y con él mi autoestima. 
Quisiera encontrar mi sitio para no tener que quedarme.

Para poder volar sin candados, 
para no tener que esconderme. 
Y aunque fuese rota, 
en la brisa 
siempre
desprenderme. 

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