Casi compensa.

Uno de esos días en los que me faltaba tu sonrisa, 
pensé en ti, 
otra vez.

Y una vez mas sonreí recordando tu sonrisa entre mis dientes, 
presa y llena de sabores. 
Aunque no sé a que sabe la alegría, 
pero apuesto todo lo que tengo a que se parece mucho al sabor de tu boca.

Sonreí pensando en las veces que has interrumpido mi tranquilidad,
con esas ganas de dar saltos, de despeinarme, 
de desordenarme el alma y mi calma. 

Y es que, aunque tu deporte favorito sea molestarme,
y yo no pare de decirte lo jartible' que eres cuando cumples cuatro años, 
no tendría ni idea de llevar mi vida sin tu precioso caos. 

Porque cuando te vas y trato de ordenar todo lo que has destrozado 
cuando eres remolino, terremoto y huracán,
sonrío resignándome a tu sin remedio, 

y descubro lo aburrida que sería una vida sin ti. 

Sin ti que le sonríes a los problemas, como retándoles,
que solo lloras cuando crees que no puedes salvarme, 
que coges autobuses sin destino aparente, 
que coges mi mano y en un arrebato de desorden, me calmas. 

Me calmas porque entre tus nervios, 
entre tu forma molesta de moverte, 
el mundo se para y me miras. 
Me miras y me veo en ti, me veo en casa.

Me veo en una casa desordenada, 
hecha polvo y sin número. 
Pero te veo a ti en el sofá mientras te acaricio el pelo
y me dices que me quieres. 

Y a lo mejor yo buscaba un orden, unas normas que cumplir, 
y tú me ofreciste un millón de cosas incontrolables, 
pero siempre prometías quedarte conmigo,
y eso, mi amor, casi compensa. 

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