Ni de dios ni de la virgen.

Ni de Dios, ni de la virgen, corazón; 
el cielo te pertenece a ti. 

A ti te pertenece cada estrella que yo pinte, 
la luna que bajo cada noche y que dejo sobre tu cama, 
mereces el firmamento y cada constelación 
que ahora vivirán por siempre en tu cuerpo. 

Te mereces el misterio de la vida, 
porque es todo aquello que abarca tu sonrisa
cuando me miras y me dices que me quieres. 

La tierra es tuya desde que,
en el primer rincón que encontraste,
me pediste que me quedara a vivir contigo para siempre
por cinco minutos mas. 

Te pertenece lo incontable de la vida, lo inalcanzable.
Te pertenece el azul de mis ojos, 
el hoyuelo de mi cara cuando sonrío tu nombre, 
y mi voz cuando te busca entre la gente.

Desde que te vi supe que ahora tuyo sería
aquello que nunca pudo ser de nadie. 

Porque nunca tuviste nada, 
pero cuando te miro yo se que ya lo tengo todo, 
aunque no precisamente a ti.

Tú, que eres mi cielo y ahora el cielo es tuyo,
yo que puedo darte poco 
pero tengo el universo entre mis manos
cada vez que sonríes,
y, sin querer,
me dices que me quieres.



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