Te espero porque no te queda otra que esperarme.

Te juro que es verte y el corazón me arde. 

Donde había cenizas barridas de algo que ya no fue, 
tu siembras el caos y recompones mi piel. 

Cambiaste el cartel de peligro por derrumbe que había en mi corazón, 
y empezaste a restaurarme pieza por pieza. 

Aun me pregunto cómo hiciste eso que nadie mas hace,
eso de contarme mil historias sin hablarme. 

Miraría tu boca hasta desgastarla sin tocarla, 
te suavizaría la piel once veces mas 
si te besara con la dulzura que tengo aquí guardada.

Desearía no tener sonrisa para que no se me escape cuando me miras, 
cuando huye despavorida de mi boca, 
buscando la salida que le lleve hasta la tuya. 

Daría mi sonrisa para que nunca me faltara la tuya. 
(Si se puede vivir sin un pulmón,
también podemos compartir el mismo corazón.) 

Con las ventanas de par en par te espero, 
con el corazón ventilado, 
y las humedades hasta el techo. 

Te espero recién pintada, 
con las pestañas alicatadas, 
y unos besos que me llegan a los tobillos. 

Te espero con los ojos cerrados,
el corazón abierto, 
y un millón de espinas en el alma.

Te espero con ganas, 
te espero cuando te miro y no puedo, 
cuando se me agarrota el pecho. 

Te espero cuando te digo que te quiero,
con el alma encogida 
y mil besos en el cuello. 

Te espero porque estás aquí, porque nunca te has ido, 
por ser fuego, aire, tierra y agua. 
Por ser mis cinco sentidos, 
por inventarte un sexto. 

Te espero porque no nos queda otra que esperarte, 
te espero 
porque no te queda otra
que esperarme. 

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